La ciudad de la flor y el mar
dio por una noche abrigo
a dos vagabundos que el azar
unió con sangre sus destinos.
Mágica montaña era el lugar
donde la noche abría caminos
a los que no importaba lo divino
si con él no podían tocar
el deseo de lo prohibido
-"No sirvo vida sino para soñar"
pensaron al ver sus finuras:
"Por querer quiero tocar,
con los pies el cielo y con su boca si puedo".
Ojos ufanos
sonrisa de faltar
crápula amiga que nos hizo recordar
a un elegante gallo animal
a dorada púa magistral
para hacer el momento
y crear el tiempo de olvidar
el fallo que siempre quedó atrás
sus pasos no quisieron dudar
la espera perdía ya el sentido
cuando la música solo dejaba escuchar
la voz del averno que al pecar
decía en alto sin gritar:
-"Pon más cariño y no sonrías
que hoy te voy a encantar
utilizando artes y mi luna verás
como puede ser la vida
que no quieres vivir
porque el miedo a sentir algo
no te deja ver más allá
de tu cuerpo ni de tu verdad
un instante dejando besar
da paso al frío."
Y los vagabundos sin dejar
y sin olvidar
que el tiempo corría sin parar
no pudieron hacer más
que reír detrás
y dejar para el sol el final.