Debe ser triste saber que se ha vivido
insuficientemente y sin camino,
resumir la alegría a un buen marido
que de otoño en otoño te regale un hijo.
Debe ser triste saber que no ha anidado
en tu tejado ni una sola golondrina
y que en la flor, la adolescencia misma,
como marchito pétalo ha quedado...
¡Ay pequeña mía!
perdiste tonta el frágil papalote,
se te olvidaron pronto sus colores
igual que la sonrisa y el cariño, tu cariño.
¡Ay muchacha torpe!
¿Cómo puedes cambiar esa paloma
por el falso dirán de las señoras
y un andar mesurado y sombrío?
Debe ser triste negar las compañías,
negar lo bullanguero de otras tardes,
negar a los amigos en el baile
con un sutil apego a la ironía.
Debe ser triste negar a la familia,
detestar los vecinos, los hermanos
y encadenar el futuro a un árbol,
que por lo tierno cualquier viento tira...