Debo cruzar la calle que me provoca tu misterio
para abordar la nave que me traslade a tu tiempo
quiero llegar al centro de tu mensaje divino
debo cruzar la calle que se produzca el encuentro.
Lléname con tu brillo, no basta el sol que hay en mi tierra
de cada gota de agua del manantial que tú encierras
no quiero ser veleta que sólo mueven los vientos
si puedo ser el aire que va del mar a la sierras.
Ay, maestro. Voy tan lento
si ardiera en mí el fuego de tus palabras
como centellas que no la apagan nada
no existirían muros de lamentos
si vale más el ser, que el sentimiento.
Por demorar la cita, no me he perdido de conocerte
deposité en la tierra, mis sueños tontos, sueños de siempre
un polizonte negro viajando en nubes tan blancas
no me hacen ser distinto sino de Dios indiferente.
Que buscarán las aves si no imagino lo que es su vuelo
yo pisaré las uvas y daré vino a mi pueblo
si más allá del ángel que Tú pusiste a mi espalda
nada sería mi alma sin tu incansable desvelo.