Fe, no me abandones
ahora que en la vida pintan dudas,
ahora que han dejado las maduras,
espacio a las más duras sinrazones.
Fe, no me abandones
como al palo mayor en la tormenta,
amárrate a mi alma que te sienta
a salvo de naufragios y tifones.
Fe, fe, fe...
te necesito,
como el agua es necesaria en el desierto,
como esencial es enterrar a nuestros muertos,
como saber que es infinito el infinito.
Fe, te quiero fuerte,
la más inexpugnable ciudadela,
invicta ante el dolor y sus secuelas,
blindada a los embates de la suerte.
Fe, si estás conmigo
me atrevo a conquistar el universo,
ponerme las estrellas como abrigo,
mirar con buen humor lo más adverso.
Fe, fe, fe...
no te derrumbes,
no permitas que descienda a los abismos,
señálame el camino de las cumbres
que allí quiero vivir conmigo mismo.
Fe, fe, fe...