El sol de medianoche entró por la ventana
y con la luz de un coche se iluminó tu cara,
la lluvia que mojaba tus calles tan lloradas
quisiera que limpiara también tu alma,
y no amanece, y no amanece, y no amanece.
La luz del sol gritaba tu nombre tan lejana
tus párpados trataban de no oír la llamada,
y no amanece en tu cara,
y no amanece en tu espalda,
y no amanece en casa.
El ruido de la calle también te recordaba
pero al coger tu mano no despertabas,
y no amanece en tu cara
y no amanece en tu espalda
y no amanece en casa.
Y no amanece en tu cara,
y no amanece en tu espalda,
y no amanece en casa,
y no amanece, y no amanece, y no amanece.