Ponte el moño apretao, sirena, que se joda el viento,
rompe las horquillas de espuma,
y déjame que te remache sonrisas de hierro
de ésas que disipan las brumas,
y sé que entre los males nos lloverán cristales,
yo iré descalzo y tú desnuda,
al son del amor del ronco tambor que toque la luna.
Vamos a trepar a la copa de este sol de enero,
y a hacer un nido en su ramaje,
y allí reírnos viendo como a cada minutero
se lo devora el oleaje,
que cuando entre mis brazos resuenen cañonazos
yo iré perdido entre tus dunas
dejándolo todo, quemando los tronos donde reinen dudas.
Y báñate en mis ojos, que se joda el mar
que quiera mecerte a su antojo,
si no somos nadie a nadie va a encontrar,
y si a las heridas quiere echarles sal
sólo va a encontrarse cerrojos
y las cicatrices de la soledad.
Coge resina para untarnos poco a poco el cuerpo,
por si vuelve la ventolera,
y mientras tanto, entre los huecos que nos deje el tiempo,
deja volar tu cabellera,
que si a nuestra locura vuelven nubes oscuras
nos cogerán frente con frente y codo con codo,
cada vez más solos, rodeados de gente.
Y báñate en mis ojos, que se joda el mar
que quiera mecerte a su antojo,
si no somos nadie a nadie va a encontrar,
y si a las heridas quiere echarles sal
sólo va a encontrarse cerrojos
y las cicatrices de la soledad.