El veinticuatro de junio,
Estado de Guanajuato,
mataron a Elpidio Pazo,
vísperas de un veinticuatro.
Llegaron a una cantina,
varias copas se brindaron,
en bromas y en borracheras,
bastante se lastimaron.
Esa copa no la tomo,
se me arrienda de los dientes,
no vengo a tomar de cuello,
ní a pláticar con valientes.
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Elpidio salió diciendo,
con una escuadra en la mano,
sí hemos de morir más tarde,
pues moriremos temprano.
Le contestó Feliciano,
yo te entro con toda mí alma,
proque me lo han informado,
que eres fiera de la Palma.
Y se fué briendo la gente,
formándoles su chiquero,
pero estaba traspasado,
con una daga de acero.
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En eso llegó su madre,
de susto se estremeció,
y a tanta prisa decía,
señores quien lo mató.
Le contestó Feliciano,
señora yo lo maté,
no vengo a perder el tiempo,
ní a conceder su merced.
Vuela, vuela palomita,
párate en aquellos llanos,
anda a avisar a la Palma,
que lo mató Feliciano..